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viernes, 12 de octubre de 2012

¿HAS LASTIMADO A ALGUIEN QUE QUIERES?


¿HAS LASTIMADO A ALGUIEN QUE QUIERES?



Para saber si eres violento basta con responder SÍ a la pregunta: ¿has lastimado a alguien que quieres?

¿Has lastimado a alguien quieres?


La respuesta es sí o no, sin ambigüedades como "bueno, sólo una vez". ¿Has lastimado a alguien que quieres? Antes de responder, toma en cuenta que no estamos hablando sólo de lastimar físicamente, la pregunta incluye cualquier tipo de herida emocional o psicológica. Respóndete a ti mismo y verás que no existe el "sólo una vez".

Si recurres a la violencia física, debes estar consciente de que cuando atacas a otra persona estás violando la ley. Asume la responsabilidad por tus acciones y busca ayuda.

Para dejar de ser violento no basta con juramentos ni propósitos de año nuevo, hay que trabajar mucho en las creencias profundas en las que se ha sido educado y se requiere ayuda adecuada para ello. Mientras no hagas algo al respecto te arriesgas a ser suspendido en la escuela, a perder amistades, a lastimar a alguien de tu familia o a terminar en la cárcel.

Lo más eficaz para detener la violencia es analizar el punto en donde se genera. Es necesario dirigir la mirada hacia la propia familia y hacia uno mismo para ver y aceptar las distintas formas de violencia que ejercemos. Aunque vivamos en una familia en la que no hay golpizas u objetos voladores, es probable que se esté ejerciendo una violencia sutil y constante. Es posible que no te consideres violento porque jamás agredes física o verbalmente a los demás, pero puedes ser tremendamente violento contigo mismo en tu interior. Los resentimientos, los deseos de venganza y el odio reprimido son profundamente violentos y, aunque no te des cuenta, te dañan a ti y a tus seres queridos.

Tal vez no ataques a tus hermanos, pero sí lastimes al perro de tu casa o a alguno de la calle. La crueldad contra cualquier animal, el deseo de causarle daño, es violencia. Hay quienes sienten la necesidad de demostrar su superioridad torturando animales.

Son pocos los hombres que admiten su propio ejercicio de abuso de poder y de violencia, y muy pocos los que reconocer que recurren a ella para recuperar su prestigio, control o poder sobre otros. Se necesita ser un hombre muy maduro para alcanzar este grado de reconocimiento y aceptación.

Los jóvenes no deben de llegar a la edad adulta para reconocer que tienen un problema, cuando tal vez ya destrozaron una parte de su vida. La violencia no es algo que aparece hasta los treinta años. Hay hombres que fueron violentos de jóvenes pero, al no haber pedido ayuda a tiempo, la violencia fue creciendo hasta alcanzar grados intolerables.

La participación directa de los jóvenes en la desarticulación de la violencia es esencial para eliminarla en nuestra sociedad

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