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miércoles, 25 de febrero de 2009

VIOLENCIA DE GÉNERO CONTRA LAS MUJERES

La violencia de género es contra las mujeres indudablemente.


VIOLENCIA DE GÉNERO CONTRA LAS MUJERES


La violencia de género se ejerce sólo contra las mujeres. Aunque es verdad que también hay hombres que son maltratados, esto no se reconoce como violencia de género porque a ellos no se les maltrata sólo por ser hombres. En cambio, las mujeres han sufrido una discriminación histórica de la que surge la violencia contra ellas.

Para explicar esta idea, en esta ocasión quisiera compartir una aportación de la Doctora María Antonieta García Ramos, con el título "Violencia contra la mujer":

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER


La violencia hacia la mujer ahora se conceptualiza como “violencia de género”, y es un problema de derechos humanos(1) y salud pública(2). La violencia de género se define como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, incluso las amenazas de tales actos, la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública o privada” (ONU, 1993).

“Todo acto de fuerza física o verbal, coerción o privación amenazadora para la vida, dirigida al individuo mujer o niña, que cause daño físico o psicológico, humillación o privación arbitraria de la libertad y perpetúe la subordinación femenina” (ONU, 1993).

La violencia se produce generalmente cuando se pone en tela de juicio el poder del ‘fuerte’, quien se convierte en victimario y deja de reconocer y respetar los derechos humanos fundamentales de la víctima –libertad, dignidad, derecho a la paz y a la seguridad.

La violencia de género se produce por todos los factores socializantes que se aprenden en el círculo familiar, escolar y comunitario (incluido el religioso). Aquí se enseñan los roles de género, es decir, lo permitido y lo prohibido para hombres y mujeres, el control de la corporalidad, sensaciones y sentimientos.

Aprendemos que las ‘características masculinas’ son el poder y control sobre l@s otr@s, la independencia, fuerza, superioridad, inexpresión de tristeza, afecto y necesidades. Que las mujeres son dependientes, sumisas, pasivas, obedientes, fieles, resignadas; que su valor está en el dolor, sufrimiento, abnegación, en ser víctimas (“es tu cruz”); todos estos aprendizajes se fortalecen con el tiempo. Y ellas sólo tienen valor si un hombre las quiere, las encuentra bonitas o se quiere casar con ellas.

En el ámbito de la sexualidad a la mujer se le enseña que el erotismo sólo se realiza por amor, para la reproducción y dentro del matrimonio, nunca por placer, tiene prohibido tocarse los órganos sexuales externos pélvicos y el autoerotismo; no debe tener más de una pareja sexual ni hablar de erotismo, mucho menos sentirlo, ella no tiene derecho al placer (“eso es de putas”, “de mujerzuelas”), lo cual le dificulta experimentarlo y hablarlo abiertamente, lo que resulta en una vida erótica como “obligación”, con culpa y, en muchas ocasiones, con disfunciones.

Los medios de comunicación refuerzan los estereotipos sociales que las mujeres deben cumplir: prototipos de belleza, pureza, de buena mujer (madre y esposa), virginidad, sumisión, abnegación, decencia, renuncia de sus necesidades (de recreación, cariño, diversión, aprendizaje), heroísmo (no se cansan, soportan, dejan todo y hacen todo por los seres amados).

Los problemas de pareja no resueltos, la dificultad para identificar necesidades, dialogar y pedir asertivamente, aunado a las normas culturales que apoyan la expresión de conductas violentas y agresivas, y las formas que éstas deben tomar, justifica y valora positivamente la violencia dirigida a mujeres y niñ@s, en forma de castigos físicos y verbales (como técnicas disciplinarias).

De estas conductas rígidas y estereotipadas aprendidas resultan los “introyectos”, es decir, verdades de otros que hacemos nuestras y tomamos como ciertas. Los introyectos dan a la persona una vivencia de culpa, inadecuación o vergüenza, lo cual produce inestabilidad y violencia, en tres niveles:

  1. Autoagresión: frustración, enajenación del cuerpo, aislamiento, pensamientos excesivos, insatisfacción, anestesia de las sensaciones y disfunciones de la vida erótica.
  2. Lo que permito: humillación, vejación, golpes, control, insultos, manipulación, indiferencia, burla, sometimiento, amenazas, intimidación, abuso (emocional y económico), aislamiento.
  3. Agredo a otros: humillando, vejando, golpeando, manipulando, sometiendo, ignorando, insultando, omitiendo, burlando, etc.


Según Walker (1970) en la familia se da el círculo del maltrato de hombres hacia mujeres, y consta de tres fases:

La primera fase, acumulación de tensión, se origina por los problemas cotidianos relacionados con el rígido y estereotipado rol de género de hombres y mujeres, problemas que al no ser resueltos generan un cúmulo de sentimientos no expresados, los cuales, en la segunda fase ‘de agresión’ se manifiestan de manera pasiva con silencios, gestos, respuestas verbales agresivas sutiles, intolerancia o agresión manifiesta verbal, sexual, económica, física (golpes desde leves a severos) y abandono.

Una vez que se dio este evento, sobreviene la culpa (‘no soy buen padre ni esposo, no cumplo con las expectativas”) y el arrepentimiento; al tratar de reparar lo sucedido surge el ‘cambio’ de actitudes y aparecen las promesas de ‘no pasará más’, y las justificaciones, dándose así la tercera fase, de estabilidad, llamado “luna de miel”. Al no esclarecer la problemática ni ser asertivos vienen nuevamente los desacuerdos, el enojo y la pérdida de control, todo lo cual lleva a romper las promesas e iniciar, de nuevo, el círculo, pero ahora con mayor intensidad y frecuencia.

En nuestra sociedad la agresión a la mujer se da todos los días: en lo laboral, escolar, religioso, político, etcétera. Reforzando los roles rígidos y estereotipados y los mitos “naturales” en relación con las mujeres, desde los piropos callejeros (“¡qué nalgotas!”, “tu bizcocho me lo desayuno”), los dichos (“el último, vieja”, “sólo las mujeres lloran”, “tenía que ser vieja”), los chistes, tocamientos en los medios de transporte, hasta los fundamentos de la caballerosidad (los varones ayudan a la mujer porque es frágil o inútil).

Diagnóstico

1. - Reconociendo que la mujer sufre algún tipo de violencia y pidiendo ayuda y/o denunciando.

2. -Identificación por parte de los trabajadores de la salud de la existencia de violencia en las personas que a ellos acuden.

3. -Identificación por la sociedad de las diferentes formas de violencia.


Propuestas de manejo

En general, y a manera de esbozo, los antídotos y propuestas de manejo del fenómeno de la violencia hacia las mujeres son los siguientes:

a) Social: intensa y permanente promoción de una cultura no sexista, que reivindique los derechos de las mujeres y desaliente formas de agresión por género. Está demostrado que no basta con la legislación, y lo que verdaderamente urge es que en la familia, la escuela, la calle, en los medios y las iglesias, se viva en la actitud “la equidad en la diferencia”, de tal forma que se asegure la igualdad ontogénica, social, jurídica, conyugal, estudiantil, laboral, familiar, filial y fraterna entre mujeres y hombres.

b) Psicológica: La prevención y tratamiento eficaz de la violencia hacia las mujeres se logrará mediante cursos, talleres y sesiones de psicoterapia con perspectiva de género, en los que se cubran mínimo los siguientes tres aspectos: 1) fomento de la autoestima personal, con énfasis en las potencialidades de las mujeres; 2) trabajo psicoterapéutico para erradicar los introyectos que perpetúan la supuesta pasividad y pretendida sumisión de las mujeres, lo que condiciona una resignificación de su realidad concreta; y 3) ejercicios de entrenamiento en la actitud para el refuerzo tanto de la autoestima como del lenguaje asertivo.

c) Orgánicos: Hay formas de violencia masculina cuyo tratamiento puede ser apoyado con terapia medicamentosa (por ejemplo, con inhibidores de la recaptura de serotonina y otros psicofármacos). Es deseable la actualización del personal de salud en el tratamiento farmacológico de la violencia, el cual no puede ser aislado, sino formando parte de un proceso de psicoterapia integral.

Las actividades del personal de salud están basadas en la Norma Oficial Mexicana: NOM 190 SSA1-1999 Prestación de servicios de salud. Criterios para la atención médica de la violencia familiar. En ella podemos concretar las actividades de la siguiente manera:

· Atención médica: Diagnóstico, tratamiento, rehabilitación y referencia.
· Atención psicológica y referencia.
· Atención legal y referencia.

Para concluir, termino con una frase que se citó en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, celebrada en la ciudad de Belem Do Pará, Brasil, 1994:

“Toda mujer tiene derecho a una vida libre de violencia,
tanto en el ámbito público, como en el privado”.



BIBLIOGRAFÍA

1. Norma Oficial Mexicana, NOM 190 SSA1-1999 Prestación de servicios de salud. Criterios para la atención médica de la violencia familiar.

2. Olamendi T., Patricia. La lucha contra la violencia hacia la mujer. Legislación, políticas públicas y compromisos de México. Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, 1997.

3. Ley de Asistencia y Prevención de la violencia familiar para el Distrito Federal y reglamento. Modelo de unidad de atención a la violencia familiar.

4. Apodaca R., Lourdes. Violencia Intrafamiliar, UNAM, 1995.

5. Violencia doméstica. Red de referencia del Distrito Federal.

6. Memorias del Congreso Nacional de Trabajo Social Médico, realizado en el Hospital General de México, DF, 2002.

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