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miércoles, 26 de septiembre de 2012

ABUSADOR EMOCIONAL


ABUSADOR EMOCIONAL



Un abusador emocional utiliza la violencia psicológica para desestabilizar a su víctima y hacer que pierda confianza en sí misma para someterse completamente a su agresor.


Abusador emocional


La víctima vive en un estado de estrés permanente que la bloquea y le impide reaccionar. Se cae en un círculo vicioso en el que el agresor enmascara las propias debilidades para colocarse en una posición de superioridad; cuando arremete contra su víctima, ésta reacciona con miedo, actitud que provoca de nuevo la ira del agresor.

Frecuentemente el agresor hace añicos la autoestima de su víctima en la intimidad, pero finge ser formidable frente a los demás. Esta violencia no es tangible, ni deja rastros o pruebas que puedan llevarse ante un juez. En este proceso lento y devastador, la víctima cae en un estado de depresión permanente y pierde la alegría de vivir porque está siendo destruida por otro.

El agresor necesita de alguien a quien rebajar para elevar su autoestima y adquirir poder; en el fondo, su autoestima es bajísima y tiene una gran sensación de impotencia. De ahí su enorme necesidad de admiración y aprobación, que intenta satisfacer aunque sea por la fuerza. Estamos hablando de una persona perversa que no siente compasión ni respeto por nadie, pues jamás reconoce el sufrimiento que inflige. La perversión le fascina y es incapaz de considerar a los otros como seres humanos.

El abusador emocional es alguien que no acepta la responsabilidad de sus acciones perversas. Invierte los papeles y culpa a su víctima, que tendrá que cargar completamente con la responsabilidad para luego descalificarla.

El agresor se burla ante cualquier protesta del otro y la minimiza: "Te ahogas es un vaso de agua", "Ya vas a empezar con tu drama", "No hagas una tragedia de nada", "No me vayas a hacer una escenita", "Ya quieres llorar". Convencido de que siempre tiene la razón, ridiculiza cualquier emoción expresada por el otro. La víctima suele estar tan confundida, que percibe la hostilidad pero no sabe discernir si es real o producto de su imaginación, pues duda por completo de sí misma.

El agresor no hace reproches directos, sino que va soltando insinuaciones, gestos y miradas hostiles. Si el otro le pide que aclare su intención, les responde en un tono glacial con frases como: "Todo quieres tomarlo como agresión" o "Eres paranoico".


Fuente: Lammoglia Ernesto. El amor no tiene por qué doler. Ed. Grijalbo

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