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martes, 25 de septiembre de 2012

ABUSO EMOCIONAL


ABUSO EMOCIONAL



No todos los abusos consisten en golpes u otras agresiones físicas. Igual de dañino, el abuso emocional, en la mayoría de los casos es más difícil de identificar.


Abuso emocional


Las heridas ocasionadas por abuso emocional, aunque invisibles, duelen durante mucho tiempo y dañan tu carácter. Cualquier actitud o comportamiento que interfiera con tu salud mental o tu desarrollo social es una forma de abuso.

Casi nadie habla de este tipo de violencia subterránea, no obstante, el desgaste psicológico de la víctima es devastador. Ataca la identidad de la persona, disminuyendo gradualmente su individualidad. En un intento por elevar la propia autoestima, el agresor, sin compasión ni respeto, busca rebajar al otro.

Muchos padres abusan emocionalmente de sus hijos, al igual que los hombres de sus esposas o viceversa, maestros de sus alumnos, superiores de sus inferiores o un amigo del otro. Esta crueldad se emplea en cualquier situación en la que una persona no puede defenderse del agresor por encontrarse en una situación de inferioridad.

El sadismo mental puede disfrazarse de muchos modos en apariencia inofensivos: una pregunta, un sarcasmo, una burla, una indirecta, una sonrisa o una simple observación. El agresor siempre consigue herir a su víctima y la humillación es tanto más eficaz cuando se realiza en presencia de otros.

A través de una frialdad no evidente, y utilizando un lenguaje no verbal que confunde tanto a la víctima que la hace dudar de sí misma, el agresor va destruyendo lentamente la autoestima de esta persona.

Existen muchas maneras de ejercer esta violencia indirecta: acciones hostiles evidentes o no, insinuaciones u omisiones, algo que no se dice, una actitud distante o de indiferencia, falta de agradecimiento, comentarios desestabilizadores disfrazados de exceso de amabilidad o frases en las que lo más importante no son las palabras sino el tono que se utiliza.

La víctima es humillada constantemente, en detrimento de su dignidad. Su verdugo la pone en evidencia o se burla de ella en público, levanta los ojos al cielo en un gesto de desaprobación o la bombardea con indirectas y comentarios hirientes.

En las familias, los ataques velados son tan cotidianos que parecen normales. La violencia se mantiene oculta y se expresa mediante la simulación. Uno de los integrantes, el agresor, juega el papel de víctima para manipular al otro, logrando que éste se sienta culpable en cualquier situación; después, aparenta condescender, actitud que el agresor se cobrará a un precio muy alto. Un ejemplo de ello es el gran número de madres que utilizan el siguiente tipo de chantaje en sus hijos: "Si yo te importara, harías lo que te pido".

Muchas veces el agresor descalifica a su cónyuge frente a los hijos, hiriendo así a toda la familia.

Por parte de los padres, el abuso emocional se da cuando gritan, insultan, amenazan, chantajean, critican, comparan negativamente con otros, denigran.

Fuente: Lammoglia Ernesto. El amor no tiene por qué doler. Ed. Grijalbo

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