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viernes, 28 de septiembre de 2012

VIOLENCIA FAMILIAR


VIOLENCIA FAMILIAR



Para las víctimas de violencia familiar el miedo es lo cotidiano. Cuando en el hogar vive una persona violenta, la vida de los demás gira a su alrededor; el miedo a hablar o a realizar cualquier cosa que desate una agresión mayor, hace que los miembros de la familia pierdan su identidad, el agresor representa una amenaza constante para todos.


Violencia familiar


Donde existe la violencia siempre hay lesiones, aunque casi nunca sean evidentes. Invariablemente habrá un individuo que trate de someter y controlar la voluntad de otro hasta que lo nulifique, utilizando para ello cualquier tipo de violencia.

En la dinámica de la familia violenta siempre hay uno que gana y otro que pierde. Esta dinámica es muy difícil de quebrantar porque el maltrato es una conducta aprendida, apoyada por el contexto cultural.

La violencia familiar se da en forma cíclica y progresiva. Las mujeres e hijos de hombres violentos viven permanentemente con miedo y angustia; la comunicación entre los integrantes se vuelve cada vez más difícil, y lo que debería ser un espacio de solidaridad, apoyo mutuo y crecimiento personal, se convierte en un infierno. Todos saben, aún en etapas de tranquilidad, que en cualquier momento puede producirse un episodio caótico, por lo cual nunca se sienten relajados.

En el seno familiar, se aprender los valores y normas de comportamiento que se consideran adecuados. A medida que crece, el individuo refleja este aprendizaje en sus relaciones con la sociedad; más tarde formará su propia familia y recomenzará el ciclo.

Los problemas de violencia que cada día acosan más a nuestra sociedad no podrán ser resueltos con mayor número de cárceles y policías; la solución debe darse dentro de la familia, porque la violencia social y la violencia doméstica están íntimamente relacionadas.

Por lo general, en una familia el agresor es el padre o padrastro, que es quien tiene una posición de ventaja, no por ser superior sino porque tiene el poder económico; sin embargo, hay casos en los que la persona a quien se teme es la madre o alguno de los hermanos.


Fuente: Lammoglia Ernesto. El amor no tiene por qué doler. Ed. Grijalbo

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