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viernes, 22 de mayo de 2009

ENFERMEDAD DE ESTOCOLMO

La "Enfermedad de Estocolmo" no es una enfermedad como tal, es un síndrome.


ENFERMEDAD DE ESTOCOLMO


Mucha gente la conoce como "Enfermedad de Estocolmo", pero en realidad estamos hablando del Síndrome de Estocolmo.

La diferencia entre una enfermedad y un síndrome radica en que la enfermedad presenta alteraciones en la anatomía y una causa evidente; el síndrome en cambio, es un conjunto de síntomas cuya causa no siempre es reconocida y que produce trastornos, es decir, comportamientos y conductas que reflejan algún tipo de desorden mental.

Lo cual significa que los síntomas de un síndrome provocan desordenes mentales. El síndrome puede ser causado por una mutación genética (el caso del síndrome de Down) o bien un entorno específico como la guerra.

Las situaciones estresantes, incluyendo el maltrato físico, provocan síndromes. No son enfermedades dado que no hay un agente biológico que las cause, y por lo tanto la cura no se adquiere a través de medicamentos.

En el caso de la violencia doméstica, mucha gente no entiende realmente por qué una víctima de agresión permanece al lado de su agresor. Algunas personas todavía creen que a la víctima en realidad le gusta sufrir o que si no hace nada es porque no quiere o le falta el intelecto para hacerlo. No entienden que la mayor parte de las víctimas de violencia doméstica llega a desarrollar una "especie" de Síndrome de Estocolmo.

El Síndrome de Estocolmo se identificó por primera vez en el caso de un asalto en donde los criminales retuvieron rehenes, tiempo después los médicos notaron que muchos de los rehenes desarrollaron un afecto inusitado por sus captores, los psicólogos de entonces descubrieron que este apego era una defensa mental para poder aguantar el miedo a morir que sufrieron durante el secuestro. Por eso se usó inicialmente el Síndrome de Estocolmo para explicar la permanencia por parte de una víctima hacia su agresor, porque efectivamente la víctima se encuentra en un estado de secuestro en donde su vida depende de las acciones de su captor y en donde existe al mismo tiempo un vínculo de apego.

El Síndrome de Estocolmo es una estrategia activa de supervivencia ante los riesgos que implicaría tratar de separarse, como el incremento de violencia e incluso la muerte. De hecho, el Síndrome de Estocolmo es considerado una respuesta normal ante una situación anormal.

Sin embargo, aunque los síntomas que padecen las víctimas de violencia doméstica son muy similares al de personas secuestradas, la situación no es exactamente la misma. Es por eso que ahora se usa la definición de "Síndrome de la mujer golpeada" para explicar el apego en casos de violencia doméstica.

Las víctimas de secuestro generalmente no tienen ninguna relación con sus secuestradores, su apego se desarrolla en el momento en que la persona que es dueña de su vida lo deja vivir e incluso le da buen trato. Una chica secuestrada hace tiempo, relataba que sus captores habían sido amables con ella, le habían dado de comer y se preocupaban de que no pasara frío. Esas aparentes buenas acciones dan seguridad a las víctimas y mentalmente se crea la ilusión de que los captores no son tan abusivos.

En cambio, las víctimas de violencia doméstica sí tienen un apego previo y una relación sentimental con su agresor, y desde inicios de la relación se pueden notar sesgos de violencia; pero también existen buenos tratos. Los regalos, invitaciones a cenar o a comer, las palabras bonitas, aunado todo eso al enamoramiento inicial, crean la sensación de que cualquier otro abuso que se cometa no es tan grave.

Aún en casos extremos de violencia la víctima necesita afecto y protección; sin embargo, al encontrarse aislada de los demás su única opción es el abusador. Si éste expresa la más mínima consideración, la víctima niega su rabia y crea un vínculo con el lado positivo del agresor, con la esperanza de que la deje vivir. La víctima se esfuerza por mantenerlo contento volviéndose hipersensible para detectar sus necesidades y estados de ánimo. De manera inconsciente, llega a sentir como suya la visión del mundo del abusador. Sus propias necesidades, sentimientos y puntos de vista pasan a segundo plano ya que interfieren con lo que debe hacer para sobrevivir.

Las siguientes son las diferencias entre las características de los casos de quienes presentan Síndrome de Estocolmo y las que desarrollan el Síndrome de la Mujer Golpeada:


En el Síndrome de Estocolmo:

a) El rehén es típicamente hombre.

b) El inicio de la relación con el agresor es involuntario.

c) El vínculo emocional con el secuestrador comienza después de empezar el abuso.

d) Otras personas negocian la liberación con el agresor, y hay la posibilidad de rescatar a los rehenes.

e) Las negociaciones para la liberación no dependen de que los rehenes prueben NO haber provocado ser secuestrados.

f) Las autoridades intentan capturar o castigar a los secuestradores.

g) El inicio del abuso es repentino y claro.


En los casos de violencia familiar:


a) El rehén es típicamente mujer.

b) La relación con el agresor inicia voluntariamente.

c) El vínculo emocional con el captor comienza antes de iniciar el abuso.

d) La víctima tiene que negociar con el agresor y encontrar la forma segura de escapar sin ayuda de nadie.

e) A menos que la víctima pueda probar que sufrió una agresión contra su vida, los extraños no intervendrán.

f) Los agresores rara vez son castigados incluso con décadas de abuso, a menos de que la víctima o alguno de sus hijos mueran.

g) El inicio del abuso es lento. Se crea un hábito y con ello una adaptación. No se detecta la agrsión hasta que es muy grave.


En realidad, la diferencia social más grande entre estos dos síndromes, es que el Síndrome de Estocolmo sí se reconoce como una afectación derivada de un abuso, todos reconocen que un secuestro es un acto de violencia que debe ser castigado y cuyas víctimas deben ser apoyadas física y psicológicamente. En cambio, las mujeres que son abusadas deben aguantar el estigma de que seguramente ellas provocaron la violencia de alguna manera, la gente rara vez lo denuncia como un delito y las víctimas no consiguen la ayuda que necesitan.

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